2 de septiembre de 2008

La traducción en Chile, Parte III (1ra Conferencia de Proz en Chile)


El pasado sábado 31 de agosto, se celebró en dependencias del campus San Joaquín de la Universidad Católica, la 1era conferencia organizada por el conocido sitio Web para traductores Proz.com y sus dedicados y activos colaboradores locales.

Por primera vez en la historia de la traducción en Chile, una entidad del mundo profesional internacional ofrecía un evento de esta naturaleza, mis expectativas eran altas respecto de los aportes que recibiría la comunidad traductora nacional.

Sin embargo, con excepción de la muy interesante exposición del Traductor, revisor e intérprete consecutivo de inglés a español Xose Castro Roig, y la entretenida ponencia del Dr. Manuel Ramiro Valderrama, durante la mañana, el resto de las actividades e instancias ratificaron, una vez más el estatus amateur que tiene nuestra comunidad.

A ratos, me parecía estar en una reunión o acontecimiento social de lo que he llegado a llamar la “farandulilla traductoril”. Los conocidos de siempre y una que otra cara nueva, todos con un interés casi imperceptible en lo que al desarrollo de nuestra profesión se refiere.

La primera mesa redonda dedicó largos pasajes a mostrarnos la cantidad de asociados que tiene el colegio de traductores de Santiago, los pares idiomáticos en que trabajan estas personas; los extraños y antojadizos motivos por los cuales una agencia pequeña descarta currículos y traductores (ej. tener una cuenta de correo electrónico de Hotmail es razón suficiente para no ser considerado siquiera...) y otros datos irrelevantes, por decir lo menos, respecto del desarrollo profesional. Quizás, las intervenciones rescatables fueron las de una agencia cuyo fuerte es la interpretación, ya que su representante describió con precisión la labor diaria de un intérprete, vaciló, sin embargo, cuando se le consultó sobre los medios mediante los cuales su empresa protege la salud de sus trabajadores (conocido es el alto nivel de estrés al que se ven enfrentados los intérpretes en su trabajo diario), y finalmente, la exposición del representante de Lionbridge en Chile, quien dejó al desnudo el limitado perfil profesional del, me atrevería a decir, 80%de los traductores titulados de nuestro país.

Una vez más, me sentí como "la voz que clama en el desierto" si me permiten usar la analogía bíblica, ya que al poner un tema de debate en la mesa (responsabilidad de las universidades y de las asociaciones gremiales y colegios profesionales en el desarrollo profesional de los traductores), quizás el único de la jornada, nadie se hizo partícipe y la única respuesta que obtuve fue “ desde el punto de vista docente… los alumnos no saben nada, no tienen idea de la importancia del factor tecnológico en esta profesión, no se puede hacer nada contra eso…”.

La segunda mesa redonda, si la podemos llamar así, fue lisa y llanamente una tanda publicitaria iniciada por la institución dueña de casa mediante una tediosa descripción de lo que podría ser un Magister en Traducción, aun en proceso de aprobación interna. Me pregunto, ¿tal es la calidad del currículo de pregrado que se pretende profundizar con este posgrado?

El resto de los integrantes del panel se dedicó a tratar de interesar o captar a posibles alumnos con “ganchos” poco actualizados como ofrecer una enseñanza de traducción con Microsft Word e Internet (!!)…

Tragicómico.

¿Cuando llegará el día en que ser traductor profesional en Chile no de lo mismo que ser vendedor de perfumes, cremas, etc. (con todo el respeto que me merecen dichas actividades)?

¿Cuándo se generará la instancia de dar al traductor nacional el sitial que se merece en este mundo globalizado?

¿Cómo podemos abordar esta situación de un modo homogéneo como comunidad?

¿Cuándo vamos a dejar de mirarnos el ombligo y levantaremos la cabeza?

¿Quién o quiénes son los encargados de asumir esta responsabilidad?

¿Existe un interés real?


¿Voluntarios? Acá hay uno.

22 de marzo de 2008

La traducción en Chile (Parte I)



Hace algunos días, gracias a la invitación de un grupo de alumnos de la carrera de Traducción e Interpretación de la Universidad de Playa Ancha, tuve la oportunidad de dar a conocer, grosso modo, en qué está la industria global de la traducción en la actualidad a profesores y alumnos de al menos seis instituciones de educación superior del país.

Las preguntas y apreciaciones de la audiencia a la V Jornada de Traducción e Interpretación Inglés Español de la Universidad de Playa Ancha, alrededor de 300 personas, confirmaron lo que, como ex alumno y estudiante, experimenté hace ya casi 10 años.
Lamentablemente, la situación no ha mejorado.

La traducción como carrera profesional en la mayoría de las instituciones de educación superior, sean universidades estatales, privadas o institutos profesionales, se mantiene todavía muy al interior de las salas de clases y no existe relación alguna con la industria. Esto muchas veces se debe al simple desconocimiento de los responsables de la elaboración de mallas curriculares (la mayoría de los académicos, aunque traductores, no ejerce como traductor sino de manera esporádica y alejados de las nuevas tecnologías y tendencias) y muchas otras por la voluntad incomprensible – al menos desde mi punto de vista– de mantener la enseñanza de la traducción en una nebulosa romántica del traductor que traduce como pasatiempo, rodeado de diccionarios y acompañado de su incondicional máquina de escribir a orillas de una playa. Nada más lejano a la realidad.

Personalmente, creo firmemente en la teoría como una de las herramientas fundamentales para el desarrollo profesional exitoso de un traductor.

El manejo, y aun más, el dominio de la lengua materna es un aspecto que en nuestro oficio se da por sentado, ya que es la base de nuestra actividad. Son otros los desafíos que debe enfrentar el traductor de hoy.

Estos desafíos se relacionan directamente con la tecnología de un mundo cada día más globalizado y virtual.

La incorporación de asignaturas que comprendan uso y manejo de herramientas computacionales básicas para el trabajo cotidiano de un traductor (software CAT, clientes de FTP, de correo electrónico, aplicaciones de manejo de archivos, herramientas básicas de DTP, etc.) es una obligación, un deber que tiene cada institución por entregar a sus alumnos una educación de excelencia. Mientras que el derecho y el deber de los alumnos es exigirla.

Esto permitirá al recién egresado de traducción tener la posibilidad de competir con traductores de países como Argentina, México, Puerto Rico, etc., donde el desarrollo de la profesión nos lleva bastante más que la delantera.